Es la primera vez que me toca vivir en otro país, vivir en otra ciudad, ser extranjero.
Es una experiencia nueva, y aunque antes de venir me imagine mil cosas de como sería mi vida aquí, todo resultó muy diferente.
La vida cotidiana cambió, el paisaje, surgen necesidades diferentes y los sentimientos están a flor de piel.
A veces siento alegría, a veces nostalgia, pasan por mi cabeza infinitos recuerdos.
Porque el vivir en otro país, no solo me hace extrañar la vida que llevaba en mi tierra, extraño el pasado, mi infancia, las personas que ya no están con nosotros, todas las memorias que tenía archivadas brotan y se hacen presentes.
Montevideo añade su ingrediente a este viaje al pasado. Aunque la tecnología avance, y a pesar de la globalización aquí se mantienen las costumbres de antaño. Las calles, la gente, los objetos hacen caso omiso al avance del reloj, parecen detenidos en el tiempo.
Cuando camino por la ciudad sin rumbo, siento que todas las reminiscencias de mi infancia se asoman en las esquinas. Las plazas, los almacenes, la ropa, los comercios cierran a la hora de la siesta.
Este viaje al pasado es una experiencia única, me invita a mirar para atrás, hacer un repaso de mi vida y cuento con la escenografía acorde.